Zona marginal de la ciudad de Cochabamba donde se concentran los mayores índices de Chagas. (Foto: W. Fernández) YASMINA JIMÉNEZ
22 ABR 09 | Centenario del descubrimiento de la enfermedad
Cara a cara con el Chagas
Unos 18 millones de personas podrían estar infectadas en América, según la OMS. Es una patología exclusiva de personas desfavorecidas en el continente americano. El Mundo, España
LA PAZ.- Rita Sánchez ha limpiado su casa: dos habitaciones de adobe. Espera visita y no quiere que nadie vea su hogar sucio, aunque es difícil mantener el orden en una cocina que oficia de gallinero y en una habitación que es salón-comedor. Esta misma mañana a Rita le han confirmado que padece Chagas y es posible que en su casa haya ''vinchucas'', el insecto que transmite el parásito causante del mal.
Espera impaciente la visita que corrobore la existencia del ''bichito'' entre las grietas de su casa. Rita no sabe que su enfermedad fue descubierta hace 100 años y que desde entonces poco se ha avanzado en su erradicación. También desconoce que ella cumplió desde siempre las condiciones fatales para contraer el mal: es pobre y nació en Bolivia, en el mismo corazón del Chagas.
La primera vez que alguien habló de la extraña alteración de la salud que sufre Rita Sánchez fue en 1909. El médico brasileño Carlos Chagas descubrió durante una campaña antimalárica en Brasil una enfermedad que podía mantenerse oculta durante años sin manifestar síntomas en los afectados. El mal, conocido desde entonces con el apellido de su descubridor, es único del continente americano y exclusivo de la población sumida en la pobreza. En Bolivia, el segundo país más pobre de América Latina después de Haití, el Chagas se ha extendido sin grandes obstáculos.
Cien años después del descubrimiento, "la enfermedad sigue siendo un problema de salud pública en gran parte de los países latinos de la América continental", según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) conocedora de la inmensa región afectada por este mal. Actualmente, y según las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), unos 18 millones de personas podrían estar infectadas en América del Sur y Central.
Aparte de los cálculos de las organizaciones internacionales, la realidad indica que esta patología mata en Latinoamérica a más de 43.000 personas al año. Sólo en Bolivia, donde existen el mayor número de afectados, el mal de Chagas se ha convertido en la cuarta causa de muerte.
Rita Sánchez, que ahora vive en las afueras de la ciudad de Cochabamba, no recuerda cuándo pudo picarle la ''vinchuca''. ¿Cuándo era niña tal vez? ¿Quizás cuando se trasladaron a Cochabamba buscando una vida mejor? Como la mayoría de sus vecinos, Rita ha convivido siempre con este insecto que durante mucho tiempo fue considerado un augurio de buena suerte.
La ''vinchuca'', que se desliza desde su escondite por las noches para buscar sangre caliente, transmite el parásito ''Trypanosoma cruzi'', el causante de tantos estragos. Una vez que el parásito entra en el cuerpo permanece un breve período visible en la sangre para después incrustarse en los tejidos internos y provocar, con el paso de los años y sin síntomas, daños irreversibles en el corazón, esófago, colon y sistema nervioso. Cuando el daño ya está hecho, el enfermo comienza a sufrir los primeros síntomas del Chagas.
La terrible situación de Bolivia, el 20% de la población padece esta enfermedad según la OMS, obligó a Médicos Sin Fronteras a desarrollar varios proyectos en este país. Desde 2002, la organización ha trabajado en las zonas de Tarija, Sucre y Cochabamba realizando labores de diagnóstico, tratamiento y prevención de la enfermedad. Más de 33.000 bolivianos se han visto directamente beneficiados por los trabajos de la ONG.
Precisamente, Rita espera en su casa a un experto de la organización en los comportamientos de la ''vinchuca'', Sami Salgueiro, quien determinará si el insecto anida en ese hogar. Para iniciar un tratamiento que acabe con el Chagas, antes hay que asegurarse de que la casa está libre de ''vinchucas'' para que no vuelvan a picar y transmitir la enfermedad de nuevo. Sin embargo, Rita Sánchez está contenta. Su casa está limpia. Salgueiro sabe que de algún lugar ha tenido que llegar el insecto. Descubre que la habitación-casa donde vive la vecina de Rita con su marido y sus tres hijos da cobijo a las ''vinchucas''. Uno de los niños, Alex Mamani, tiene tres años y el mal de Chagas.
Medicamentos de los años 70
El parásito todavía no ha causado daños en los órganos de Rita y cuando se hayan fumigado las viviendas de sus vecinas ella iniciará su tratamiento. Ha tenido mucha suerte. Hasta hace unos años, se consideraba que los medicamentos para tratar el Chagas sólo eran efectivos en menores de 15 años. Sin embargo, estudios recientes demuestran que también funciona en adultos y en la fase clínica inicial de la enfermedad. Por esta razón, Médicos Sin Fronteras trabaja desde 2007 en Cochabamba también con adultos y siempre de forma conjunta con los organismos estatales para erradicar la enfermedad.
Sólo hay un problema al que deberá enfrentarse Rita Sánchez. Los medicamentos para el Chagas, el benznidazol y el nifurtimox, provocan reacciones adversas en un 32% de los casos. "Los tratamientos son de los años 70, desde entonces no se investigan nuevas formas de tratar a los enfermos de Chagas", explica Sandra Castillos, coordinadora del proyecto de MSF en Cochabamba. "Ni siquiera se ha adaptado la dosis para uso infantil. Es el médico el que debe calcular la cantidad precisa para el menor", denuncia Castillos.
La enfermedad de los pobres latinoamericanos está totalmente olvidada a pesar de que el mal ha llegado con inmigrantes a los países ricos libres de ''vinchuca''. El propio Carlos Chagas nunca vio recompensado su descubrimiento por tratarse de un mal exclusivo de parias sociales. Chagas fue ignorado, según él mismo, por esta razón: "Cada trabajo, cada estudio, apunta un dedo hacia una población malnutrida que vive en malas condiciones; apunta hacia un problema económico y social, que a los gobernantes les produce tremenda desazón pues es testimonio de incapacidad para resolver un problema tremendo".
Y sin embargo, en 2002, la última vez que la OMS se atrevió a hacer un balance de las pérdidas económicas que supone este mal para el continente aseguró que "debido a la mortalidad precoz y morbilidad por esta enfermedad entre la población joven en años productivos, la pérdida económica para el continente es de 8.156 millones de dólares americanos".
Rita Sánchez no sabe que para el resto del mundo ella sólo forma parte de una serie de números o estadísticas. Mira orgullosa su casa limpia y se prepara para vencer a la enfermedad convirtiéndose en un eslabón más de la cadena sin cerrar que supone el mal de Chagas.
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